COMUNICADO: Cierre de Discoteca La Boom en Margarita

Respeto y Libertad Sin Peros

En fecha 15 de enero del corriente año, Teodoro Solórzano, activista de derechos humanos para la población LGBTIQ de la Isla de Margarita, director general de la Asociación Civil Incluso, emitió un comunicado en el que exige se detenga la medida de clausura de un club nocturno que lleva dos décadas en funcionamiento denominado La Boom, ubicado en el sector El Ángel del municipio Maneiro de la isla, por considerarla una medida discriminatoria por parte de la Alcaldía de Maneiro, a cargo del ciudadano Morel David Rodríguez Salcedo.

En su comunicado el mencionado activista señala que La Boom es el único lugar de esparcimiento de la población de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, intersexuales y queer en Nueva Esparta, y que dicha empresa no ha cometido infracción que atente contra la municipalidad o sus ordenanzas y por tanto pareciera apuntar a una vulneración del derecho a la no discriminación consagrado en la Constitución, leyes venezolanas y pactos, tratados y resoluciones internacionales.

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Desde AC Venezuela Igualitaria queremos alzar la voz, como siempre le hemos hecho, para defender el derecho a vivir sin miedos, sin culpa y sin vergüenza, el derecho a ser quienes somos, de sentir lo que sentimos, sin dejar a un lado algunos elementos sustancialmente importantes que coadyuven en reivindicar el derecho a la igualdad ante la ley y la sociedad sin descaracterizaciones por discriminaciones absurdas.

  • Pertenecer a un grupo vulnerable (mal llamados minorías), nos obliga a congregarnos entre “iguales”, como en muchos casos lo hacen grupos feministas, raciales, étnicos o religiosos, con la notable particularidad de que quienes somos LGBTI crecemos ocultando lo que somos y lo que sentimos, incluso a nosotrxs mismxs, vivimos con culpa, miedo, vergüenza, aislándonos en muchos casos, acompañados de mucha soledad y sombra.

  • Los guetos, antros, clubes, bares, barrios promovidos y apoyados por nuestra propia población, existentes desde hace mucho, hoy día no son centros de reivindicación y disidencia, tanto como centros de explotación y enajenación, pero existen gracias a un sistema opresor que insiste en cuestionar y negar nuestra dignidad a costa de traducirse en violencia psicológica, estrés, consumo abusivo de bebidas alcohólicas y sustancias controladas, depresión y hasta suicidio.

    Aun cuando no es el objeto condenar su existencia por aquello del derecho a la libertad de expresión sin más limitaciones que las que afecten derechos de terceras personas, tampoco lo es el celebrarla, pues creemos firmemente que, en la medida en que vivamos en sociedades más justas e igualitarias, donde se respeten las distintas orientaciones sexuales e identidades de género, desde lo legal para permearse en lo sociocultural, en esa misma medida se irá reduciendo la necesidad de expresarnos a escondidas de ese universo que nos censura (pues en esos lugares es donde algunas personas se sienten libres), transformando o amplificando los espacios de esparcimiento.

  • No es justo luchar para salir del closet y terminar entrando en un gueto, por lo que la población que recurrentemente asiste a estos centros debe exigirles también a sus regentes, que no solo capitalicen nuestro dinero, sino que sean también nuestros aliados y potencien nuestro trabajo, convirtiéndose, de las formas no sexistas más creativas posibles, en agentes de cambio y no de sostenimiento de la opresión hegemónica.

    Exigimos respeto como seres humanos, sin peros, sin fobias, sin amenazas, sin que se nos considere desagradables y se nos aparte o se nos mate por ello, brindándonos visibilidad, inclusión real con imágenes positivas y normalizadas de todas las maneras y en todos los espacios posibles y necesarios.

Decisiones como el cierre de este espacio pudieran considerarse un ataque pequeño, que carece de importancia, así como los comentarios burlescos, irónicos en medios de comunicación, discursos públicos y privados de gente común o personalidades con poder mediático, pero cuando les sumamos y vemos la frecuencia con que se repiten, entendemos como han ido educado a las personas para odiarse y para odiarnos.

Queremos ser personas, hombres y mujeres libres, salir a la calle sin ser señaladxs, que nos vean, pues mientras sigamos en el closet o en los guetos, o en el chiste y la ironía, no se abrirán las puertas al mundo en el que dejemos de escondernos para ser y existir plenamente reivindicando nuestras diferencias.

Esperamos que quienes tienen el poder, ese que el voto popular les otorgó, dejen de lado prejuicios personales, asuman con valentía el reto de reconocer y respetar el mundo plural que vivimos, y que las decisiones tomadas sean siempre desde la perspectiva de derechos humanos sin discriminación.

AC Venezuela Igualitaria